Han pasado dos días desde que el mundo conoció que el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, cayó enfermo por el COVID-19. Sin embargo, difícilmente el contagio del Presidente Trump fue una sorpresa para la mayoría de los estadounidenses, pues desde que inició la crisis Trump menospreció su gravedad y se negó a asumir medidas de protección. Así, Trump, junto a Johnson y Bolsonaro serían una muestra de los efectos negativos del COVID-19 y el populismo durante la pandemia.
La gestión de crisis de Donald Trump
Todo empezó el 9 de marzo, cuando recién la crisis del COVID-19 daba sus primeros pasos fuera de China y Donald Trump se refirió a ella como una «gripe». Esta fue la primera, pero no la última vez, que el Presidente de los Estados Unidos subestimó los efectos negativos del COVID-19. Negándose a tomar medidas radicales para frenar su expansión en los Estados Unidos.
Con esto Trump fijó la que sería su posición a lo largo de la crisis sanitaria. Lo que lo llevó a tardar varios meses en empezar a utilizar una mascarilla, diciendo que la misma no era necesaria en la mayoría de los casos. Despreciando el esfuerzo del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) para combatir la enfermedad. Y llegando al punto de afirmar en el mes de agosto que el COVID-19 desaparecería de pronto, tal como llegó.
Así, para el 16 de septiembre el Washington Post había contabilizado un total de 34 veces en las que Trump afirmó que el COVID-19 desaparecería por sí mismo. Lo que ha tenido como consecuencia que el gobierno federal estadounidense no tomase todas las medidas posibles para frenar la enfermedad. Hasta el punto en que los Estados Unidos son el principal foco de contagio del COVID-19 a nivel mundial.
Las cifras del COVID-19
Según las cifras recabadas por la Universidad John Hopkins de los Estados Unidos, el país norteamericano tendría el mayor número de casos confirmados en el mundo, con un total de 7.404.606 casos a día de hoy. A lo que se le sumaría un total de 209.668 muertes generadas por el COVID-19, lo que representa más de un 20% del total de las muertes mundiales, y una de las peores tasas muertes sobre la población, con 63 muertes por cada 100.000 habitantes.
Sin embargo, los Estados Unidos no estarían solos en este listado. Pues otros dos países dirigidos por líderes considerados populistas, Reino Unido y Brasil, también han tenido un pobre desempeño gestionando la pandemia. Así, Brasil sería el tercer país con más casos del mundo con 4.906.833, incluido el Presiente Jair Bolsonaro, quien cayó enfermo en julio, y 145.987 muertes, una tasa de 69 muertes por cada 100.000 habitantes.
Por su parte, el Reino Unido es el doceavo país por número de casos con 482.658, entre ellos el Primer Ministro Boris Johnson, quien estuvo en cuidados intensivos en marzo. Mientras que en número de muertes el Reino Unido sería el quinto país del planeta con 42.407 muertes, una tasa de 63 muertes por cada 100.000 habitantes.
¿Qué tienen en común Brasil, Estados Unidos y el Reino Unido?
Ahora bien, lo que muestran las cifras de estos tres países son los terribles efectos que puede tener una gestión del COVID-19 basada en el populismo. Pues, a diferencia de otros líderes del mundo que decidieron aceptar la gravedad de la pandemia desde el inicio, y tomar medidas en consecuencia. Donald Trump, Boris Johnson y Jair Bolsonaro iniciaron la lucha contra el COVID-19 negando su importancia.
Por ello, durante mucho tiempo vimos a estos tres líderes negándose a seguir los lineamientos del distanciamiento social. Terminando con el acto de presentación de la nominada a la Corte Suprema de los Estados Unidos, en donde Trump y varios altos funcionarios del país acabaron contagiados de COVID-19. En lo que el asesor del International Institute for Strategic Studies, François Heisbourg, califica como una estrategia de corte populista:
De esta forma, la gestión de crisis demostrada por estos líderes ha terminado siendo una de las peores del mundo entero. Generando terribles costos humanos en la población de los tres países, los cuales, con una aproximación distinta al COVID-19, podrían haber sido evitados. Llevando a que el Presidente Trump acabase siendo el más reciente, pero no el último caso de COVID-19 consecuencia de su gestión de la pandemia.