En plena 4ta revolución industrial, no es suficiente maravillarnos con los increíbles y cuantiosos descubrimientos del momento; sino que además, exige pensar como el desarrollo de las tecnologías del futuro pueden hacerse sostenibles en tiempo. Desde EnQuéInvertir, te presentamos algunos minerales con un futuro prominente para la industria tecnológica del mañana.
Lo eléctrico marca la pauta en las tecnologías del futuro
Uno de los temas centrales dentro del desarrollo tecnológico, es sin lugar a dudas el tema de las nuevas energías. Pese a que el mundo moderno aún no puede desprenderse de las fuentes fósiles y los sistemas de combustión, es claro que el futuro apunta a lo eléctrico. Con esto en mente, vale decir que existen ciertos recursos naturales que pueden ayudar al sector a lograr su tan deseada transición.
El litio es sin duda uno de ellos. El mineral es un elemento fundamental para la producción de baterías eléctricas. De esta forma, el recorrido que hacen los iones de litio entre los electrodos dispuestos en la batería de teléfonos, laptops o incluso o en el sistema eléctrico de los vehículos Tesla; es precisamente el responsable de que los mismos puedan encender y funcionar apropiadamente; siendo entonces un elemento trascendental para el desarrollo de nuevas tecnologías.
Vale acotar que el litio posee una alta resistencia al «efecto memoria»; entiéndase, el fenómeno que se da cuando la batería pierde capacidad por cargas incompletas.
El cobalto dice presente
El cobalto es fundamental para la producción de energía. Cuando el óxido de cobalto es agregado al electrodo positivo de las baterías de iones de litio, el compuesto es capaz de amplificar la capacidad de carga hasta tres veces más; motivo por el cual tiene un rol supino para dar vida de las tecnologías del futuro
Este mineral no es precisamente uno de los elementos más escasos de la tierra, sin embargo, su localización no deja de ser conflictiva. De esta forma, es importante señalar que el 60% de las reservas de cobalto del mundo se encuentran en la República Democrática del Congo; una nación catalogada como «Estado Fallido» por la comunidad internacional.
Boro: Un elemento prometedor
Para hacer de las tecnologías del futuro una realidad, es necesario ir más allá de los límites; el boro sin duda lo hace posible.
El potencial que tiene este mineral para el desarrollo de nuevas tecnologías radica básicamente en la posibilidad de crear borofeno; compuesto que se obtiene tras una compleja serie de procesos químicos que permiten crear una capa del material de tan solo un átomo de grosor.
Aunque resulta de un proceso largo, complejo y costoso; una vez obtenido el material, su potencial es colosal. El borofeno destaca por ser un excelente trasmisor de electricidad, con una flexibilidad increíble y una fuerza que supera incluso a la del diamante; todo esto, siendo a su vez un compuesto increíblemente ligero. Con estas características, el borofeno podría llevar el uso de la electricidad al siguiente nivel.
Helio-3: Oro más allá de la atmosfera
El helio-3 es un isótopo no radiactivo con un potencial inimaginable para la obtención de energía atómica; y por supuesto, para el desarrollo de las tecnologías del futuro. La fusión del componente con el deuterio no genera neutrones, sino protones. En otras palabras, la fusión crearía residuos de fácil absorción que no dañarían las paredes del reactor; y en caso de ocurrir un accidente, no generarían desechos radioactivos en el área. Valdría decir que, si el reactor de Chernobyl hubiera realizado sus labores con helio-3, bien la zona podría ser perfectamente habitable en la actualidad.
Dado el hecho que su principal fuente es el viento solar, y que la tierra se encuentra protegido tanto por su atmosfera, como por su campo magnético; no debe extrañarnos que sea un elemento increíblemente escaso en el planeta; sin embargo, se estima que podría haber hasta un millón de toneladas del isotopo en el suelo de la luna.
Así, aunque aún es necesario el desarrollo de más y mejores tecnologías, la minería lunar podría en el futuro ser el primer proveedor de energía del planeta, alimentando consecuencialmente el motor de la innovación.