Hace unas horas el yen registró su caída a un mínimo de 20 años, lo que amenaza con dejarlo significativamente más débil en los próximos años. De hecho, esto sacude los flujos de dinero globales y socava los esfuerzos de Japón para volver a encarrilar su economía.
La velocidad de la caída (un 11% frente al dólar en 7 semanas) tomó desprevenidos a todos, incluyendo a los responsables políticos. Como consecuencia, el comercio de divisas ha acelerado, mientras que otras partes de los mercados financieros están manejando los costos.
¿Cuáles han sido las consecuencias principales de esta caída del yen?
Primeramente, las empresas han recortado las ventas de bonos denominados en yenes de los que dependen para financiar sus operaciones. Asimismo, los rendimientos que las acciones que cotizan en Tokio ofrecen a los inversores internacionales se han hundido en números rojo.
El yen cayó a través del nivel clave de 130 frente al dólar el jueves, lo que provocó alarma en el Ministerio de Finanzas. Un factor pudo haber sido las diferencias en las tasas de interés. Esta caída ha llevado a los administradores de fondos globales a cuestionar la visión tradicional del yen como un refugio en tiempos de problemas.
Hay que destacar que el conflicto entre Ucrania y Rusia también parece haber tenido un efecto en la economía japonesa, que ya venía debilitada por la pandemia. Esta es una economía que lucha por recuperar su vigor a pesar de casi una década de esfuerzos.
¿Cuáles son las previsiones más fuertes?
Según Bloomberg Economics, el PIB real de Japón aumentará hasta un 2% en 2022, pero comenzará a caer nuevamente en 2023, antes de alcanzar solo el 0,8% en 2024.
A pesar de que la inflación de los precios al consumidor puede alcanzar brevemente alrededor del 2% en algún momento de este año, el Banco de Japón no prevé que la inflación anual alcance ese nivel en los pronósticos hasta marzo de 2025.
Por otro lado, el aumento de los costos de los alimentos y la energía está elevando la factura de importaciones del país. Igualmente, su balanza comercial ha sido deficitaria durante ocho meses consecutivos. El índice de precios al consumidor se aceleró al 1,2% el mes pasado. Asimismo, el banco central está esperando que la demanda interna se recupere y las empresas que atienden al mercado interno de Japón están atrapadas en el medio.
Mientras tanto, los exportadores como Toyota están viendo cómo aumentan los costos de las materias primas, pero obtienen menos beneficios que antes con un yen más bajo.
La otra cara de la moneda
A pesar de todo lo antes mencionado, la cuenta corriente de Japón tiene superávit y el país sigue siendo el principal acreedor del mundo. Esto ayuda al yen, incluso si la deuda del gobierno es 2.5 veces mayor que la producción económica anual.
La profundidad y la liquidez del mercado de bonos de Japón seguirán ayudando al yen como refugio, según Eswar Prasad. Él es economista de la Universidad de Cornell, quien trabajó anteriormente en el Fondo Monetario Internacional.
«El deseo de muchos administradores de reservas de diversificarse más allá de los activos denominados en dólares podría ayudar a impulsar marginalmente la participación del yen en los próximos años», dijo Prasad.
Aun así, esto importa poco para muchos comerciantes en este momento, que están compitiendo para mantenerse al día con el ritmo del cambio. Muchos otros esperan una mayor intervención del banco central.