miércoles, abril 24, 2024

¿La verdadera riqueza del mundo es la belleza o la financiera?

Señor de Cascales
Señor de Cascales
Señor de Cascales, Poeta-Escritor e Investigador Histórico.
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¿Vivimos en un mundo superfluo y materialista? ¿Hemos fijado nuestra felicidad suprema en las finanzas? O, ¿es la belleza (incluye el arte, la naturaleza y la de las personas) la que nos puede dar la verdadera felicidad?

¿Y, tal vez también, arriesgamos demasiado en busca de la felicidad (sea cual sea: material u otra)?

Leamos el siguiente extracto de un texto del siglo XIX, donde hace una ingeniosa comparativa (o paralelismo) con el mundo de las finanzas y la belleza humana (en este caso de las mujeres) y, también, con los desengaños tras una pérdida quizás algo arriesgada y qué debió tener en cuenta antes al apostar por ella:

«Si allá, en el fondo solitario de tu corazón, lloras tu desventura, no debes llorarla más que con los ojos con que todo el mundo llora las suyas. No vayas a hacer una novela de tu desdicha; lo que a ti te ocurre es historia pura. La belleza de Elisa tentó tu vanidad y sedujo tus sentidos; te ha hecho probar el amargo fruto de un terrible desengaño, y te encuentras arrojado del paraíso. He ahí un una catástrofe que se repite todos los días».

Todo esto es más positivo que la realidad de los millones con que te ha enriquecido la prosperidad de tus negocios.

Te lo diré de una manera más bursátil, más financiera, más propia del movimiento de la riqueza pública, en el que parece que hemos fijado nuestra felicidad suprema.

La operación que has hecho es la siguiente

En la Bolsa del mundo, la belleza de Elisa goza de todos los favores del crédito; es una especie de papel brillante que se cotiza muy alto; está en alza. Octavia, a su vez, representa un valor insignificante; no entra en las cotizaciones, y se halla fuera del movimiento de los negocios.

Tú jugaste al alza, seguro de obtener una ganancia que completara tu fortuna. Pero ha llegado el día de la liquidación, has visto la realidad de las cosas, y no te queda más recurso que pagar la enorme diferencia que ahora adviertes entre Elisa y Octavia.

Tan malísimo negocio cansaría la ruina de tu corazón; pero cuento con la fortaleza de tu alma, y sé que harás frente al acerbo desengaño que experimentas.

En la obscura filosofía que la vana soberbia de los hombres ha inventado, sólo encontrarías la desesperación de una horrorosa incredulidad. Más tú conservas en tu corazón la sana filosofía de la fe; ni el mundo en que vives ni las prosperidades que has alcanzado te han corrompido. La fe es un manantial de esperanza, y la esperanza es el único, es el gran consuelo en las tribulaciones de la vida.

Todo esto lo sabes tú perfectamente; pero acaso no lo recuerdes bien en estos instantes en que te encuentras descontento del mundo, de los hombres y de ti mismo.

Bello, ¿no? El texto, digo… e instructivo: pues, sí, deja a uno pensando. Aleccionador también para saber arriesgar y no ciegamente, ojo a eso… también lo expone; y el saber asumir la pérdida y aprender de ella.

El dinero no sé si no dará la felicidad, pero tampoco la quita… si se tiene, claro. Y tal vez también deberíamos tener en cuenta que pensar sólo, obcecarse, en el tema económico nos prive de gozar de otras cosas que nos rodean: sobre todo si son bellas. No obstante, «lo cortés no quita lo valiente» (dice el refranero) y esto hace que sea compatible: dinero y belleza; dinero y amor; pero sólo dinero… quizá nos faltaría algo, pero no creo que todo. Supongo que se trata de cuestión de equilibrio… y saber cuánto se puede desear y el cuánto arriesgar para no tener desengaños por malos resultados.

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