Leamos, pues, y casi sin comentarios también:
«Ve a la Bolsa y, sin miedo a los corchetes,
Verás improvisar su bienandanza.
A quien sabe mover los cubiletes.
¡Doloso cebo al necio Sancho Panza
A quien sepulta en súbito naufragio
Viento falaz que le auguró bonanza!»
Bretón de los Herreros. S. XIX
¿Acaso es malo invertir en Bolsa? Quizás alguien se lo haya preguntado al leer estos primeros versos aquí traídos y pertenecientes al señor Bretón que, al parecer, no tenía muy buena opinión (o tal vez la acertada) sobre la Bolsa o inversiones.
Otros versos a tener en cuenta:
«Ora frenético y loco,
ora triste y abatido;
ya porque mucho ha perdido,
ya porque ha ganado poco»
Regnard. S. XVII
¿La codicia? El no saber parar te puede llevar al abismo ‘resbaladaMente’, parece que nos quiere sugerir el señor Regnard.
«La Bolsa. «Aquí yace el crédito español»
Semejante a las pirámides de Egipto,
me pregunté, ¿es posible que se haya erigido
este edificio sólo para enterrar en él una
cosa tan pequeña?»
Larra. S. XIX
Se refería a la Bolsa de Madrid, D. Mariano José de Larra. Y aprovechó para realizar apropiados juegos de palabra, el gran Larra; sí, con distintas interpretaciones… por ejemplo: ¿le damos demasiado valor al dinero? O, ¿no es cosa pequeña el dinero? … Si lo leemos con la debida ironía trazada por el autor.
«Hay dos caminos: El tuyo y el que quieren que tomes…»
No es verso, si acaso lo deberíamos tener presente… aunque sea como aforismo aleccionador extraído de la película Enola Holmes. Frase que le dice la madre a la hija, después haber sido educada sin ir a una escuela (en casa por ella)… y una vez enseñado todo lo que no le iban a enseñar a través de los medios educativos convencionales.
La película se basa a finales del siglo XIX, lo decimos por el comienzo de prostitución en el tema del aborregamiento social que se pone de manifiesto, en la película, en las escuelas que ya se erigían desde aquellas fechas. Lo que vendría en un futuro.
Y se opta, en el film para sus protagonistas, por ese tipo de educación del manual desde los ocho años (que aún existía)… Y también aborda el tema del primogénito que hereda todo y es su deber preservar el patrimonio de la familia; e incluso, nos muestra, la votación en el parlamento inglés por la Reforma, que es ‘la puerta a las libertades para que obtengamos esta falta de conocimiento’.
No es enteramente contradictoria la película. Entremezcla… los dos tipos de conocimientos que sí tenía el guionista, curiosamente.
A lo mejor se refería a lo siguiente…
«Invertir en conocimientos produce siempre los mejores beneficios».
Benjamin Franklin
Y al hilo de lo dicho por el sabio Franklin, confeccionista de nuevas naciones y retratado de por vida en los billetes de 100 dólares, quizá se refería a esto… el que se llegue a este tipo de conclusión concluyente:«La democracia son dos lobos y un cordero votando sobre qué se va a comer. La libertad es un cordero bien armado impugnando la votación»
Benjamin Franklin
Y conclusión de conclusiones, tal vez, la de arriba. Semi parafraseando el título del primer libro escrito en la historia de Bolsa: «Confusión de confusiones», que curiosamente su autor (D. José de la Vega, S. XVII), también fue poeta: pero, al parecer, no dedicó ni un sólo poema al tema de las inversiones y sí lo hizo enteramente en prosa con su ya citado libro. Qué por cierto: título sí extraído de un gran poeta (Calderón de la Barca), y que seguramente leyó el señor de la Vega o, más bien, devoró entre sus lecturas favoritas:
«Ya es mi duda más cruel.
Si no es su dama ni vive
en su casa, ¿cómo así
escribe y responde? Aquí
muere un engaño y concibe
otro engaño. ¿Qué he de hacer?
Que soy en mis opiniones
confusión de confusiones»
De «La Dama Duende», Calderón de la Barca.
Y años más tarde volvió a emplear, D. Pedro Calderón de la Barca, tan excelente juego de palabras en otros versos… en otra obra teatral:
(En la voz, como personaje, del Género Humano):
«Dudando y creyendo estoy,
ser humano y ser divino,
que como generaciones
tan distintas represento,
y dentro de mí sustento
tantas tan varias naciones,
confusión de confusiones,
no sé qué crédito y fe
a tanta admiración dé
como ha introducido en mí
sola esa voz»
A viva voz, sí: ¿mandando mensajes? Si sirvieran de algo para el vulgo, como diría Bécquer, pero si desde el siglo XVII la gente no quiere aprender… pues necios tenemos por más sabios hubo y/o haya. Además tengamos, también, por aviso el título de la obra de la que hemos recuperado los recientes versos inquiridos… «El Divino Cazador», como si también nos quisiera decir algo el autor ya de entrada, si se me permite algo más de ironía.
Pero llegando al final, al final del siglo XIX -quiero decir-, nos damos de bruces con unos afamados versos del malogrado poeta cubano que padeció alguna que otra traición:
«Cree el aldeano vanidoso que el mundo
entero es su aldea, y con tal que él quede
de alcalde, o le mortifique al rival que le
quitó la novia, o le crezcan en la alcancía
los ahorros, ya da por bueno el orden
universal, sin saber de los gigantes que
llevan siete leguas en las botas y le pueden
poner la bota encima, ni de la pelea de los
cometas en el cielo, que van por el aire
dormido engullendo mundos…»
José Martí. Siglo XIX
Quizá nuestra metodología de análisis de ‘El Mercado’ se debería basar más en, si no en un tal cual, lo siguiente versado:
«Me adelanto al ataque, y trepo en los
asaltos, como alrededor de un cadáver un coro de
gusanos, y quiero ¡oh, bestia implacable y cruel!
Hasta esta frialdad por la que me eres más
bella!»
Sí, muy versado me pareció siempre Charles Baudelaire (S. XIX) en temas varios, incluido en los de la vida… fin de la ironía y con rima.
Bueno, será hasta la próxima, señor lector, que a saber cuándo: pues he de tomarme, por temas de salud, un tiempo de descanso.
Señor de Cascales, Poeta-Escritor e Investigador Histórico.
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