La tasa de inflación anual de Turquía saltó a un máximo de 24 años del 78,62% en junio, según datos de este lunes.
Los crecientes precios al consumidor han afectado fuertemente a la población de 84 millones de turcos, con pocas probabilidades de mejora en el corto plazo. Según los analistas, esta situación es producto de la guerra entre Rusia y Ucrania, los elevados precios de la energía y los alimentos, y una lira (la moneda nacional de Turquía), fuertemente depreciada.
Por otro lado, los precios del transporte aumentaron un 123,37% con respecto al año anterior. Además, los precios de alimentos y bebidas no alcohólicas aumentaron un 93,93%, según datos del Instituto de Estadística de Turquía (TUIK).
A pesar de que Turquía ha disfrutado de un rápido crecimiento en los años anteriores, el presidente Recep Tayyip Erdogan, se ha negado durante los últimos años a aumentar significativamente las tasas de interés para detener la inflación.
Según Erdogan las tasas de interés son la «madre de todos los males» y producto de ello, el resultado de estas políticas ha sido una lira turca en picada y la drástica perdida del poder adquisitivo de los ciudadanos turcos.
La lectura del Instituto de Estadística de Turquía, ha sido la más alta desde septiembre del 1998. Para ese entonces, la inflación anual de Turquía alcanzó el 80,4% mientras el país luchaba por poner fin a una década de inflación crónicamente alta.
Las estrategias del presidente Erdogan, han empeorado la situación
El presidente Erdogan ordenó entre el 2020 y 2021 la reducción de las tasas de interés al banco central turco, incluso cuando la inflación seguía aumentando. Ante ello, los jefes de los bancos centrales expresaron su oposición a la estrategia de Erdogan, pero fueron despedidos, para la primavera del 2021 el banco central de Turquía había estado bajo el liderazgo de cuatro gobernadores diferentes en menos de dos años.
En otoño del 2021, la tasa de interés del país se redujo gradualmente al 14% y se ha mantenido sin cambios desde entonces. Sin embargo, la lira cayó un 44% frente al dólar el año pasado, y ha caído 21% frente al dólar en el transcurso del año.
Cabe destacar, que el gobierno turco ha implementado ciertas políticas «poco ortodoxas» para intentar apuntalar la lira sin aumentar drásticamente las tasas de interés. Para finales de junio, la institución reguladora bancaria de Turquía anunció la prohibición de los préstamos en liras a empresas que tuvieran «demasiadas monedas extranjeras», lo que impulso levemente la lira, pero ocasionó más preocupaciones entre los inversores que cuestionaron la poca sostenibilidad de la estrategia a largo plazo.
«Turquía está en una liga propia en cuanto a inflación»
El presidente Erdogan expresó durante la semana pasada que espera que la inflación baje a «niveles apropiados» para febrero o marzo del próximo año. Por otro lado, el banco central, que mantuvo la tasa de interés de referencia estable en 14% a pesar del aumento inflacionario, dijo que la inflación se desplomaría a 42,8% para finales del 2022.
Witold Bahrke, estratega sénior de Nordea Asset Management, dijo que Turquía estaba «en una liga propia» entre los mercados emergentes, con respecto a la inflación. Y además, señaló que la falta de «respuestas económicas creíbles» por parte de las instituciones turcas, ha agravado la confianza de los inversores.
«La inflación es un problema general para los mercados emergentes y en Turquía tenemos una combinación tóxica, ya que también tenemos un problema político». Expresó Bahrke, y agregó que pronostica un mayor debilitamiento de la lira a corto plazo.
Por otro lado, los legisladores y economistas turcos, han cuestionado la confiabilidad de los datos del TUIK, acusaciones que el TUIK ha desestimado. Las encuestas no centralizadas muestran que los turcos consideran que la inflación es mucho más alta de lo que sugieren los datos oficiales.