Casi 3 de cada 10 estadounidenses tiene pánico a las tarjetas de crédito y 9% las denomina como «malvadas», según una encuesta reciente. Y no es para menos, las deudas de esas tarjetas y las tasas de interés están en altos históricos. En ese sentido, es normal que las personas las vean como algo peligroso.
La situación en este sector particular es aterradora para millones de personas. En una economía de alta inflación y apretadas políticas monetarias, lo normal es que el poder adquisitivo de los hogares disminuya. Para llevarla en medio del tenso escenario, los consumidores apelan al endeudamiento con las tarjetas.
Esto último provoca que grandes cantidades de tarjetas se mantengan ocupadas endeudando a los ciudadanos. Según el banco de la Reserva Federal de Nueva York, la deuda de los consumidores en estos créditos asciende casi a $1 billón de dólares. Semejante cantidad representa un crecimiento de 17% interanual o aproximadamente $5.700 dólares por persona.
El problema con las tarjetas de crédito
La deuda de los consumidores hacia las tarjetas de crédito tuvo un respiro durante la pandemia, pero el camino hacia el billón parece evidente. Este crecimiento genera ansiedad en la sociedad y por ello es normal que no se vea con buenos ojos a estos pequeños rectángulos de plástico.
Largos meses de alta inflación llevaron a los consumidores a colocar sobre estas tarjetas los gastos no discrecionales. Asimismo, otros no se permitieron perder su estilo de vida, por lo que contrarrestaron las condiciones adversas con el plástico. Desde marzo de 2022, las tasas de interés agravaron el asunto.
La tasa de porcentaje anual promedio ahora es superior al 20%, lo que se traduce en una deuda muy dolorosa para los hogares. Vale la pena mencionar que esta tasa está en el momento más alto desde que la Fed comenzó a rastrear el APR de las tarjetas en 1994. De cualquier manera, la deuda general de los hogares se colocó en $17 billones solamente durante el primer trimestre de 2023.
La recesión que los analistas llevan tiempo anunciando no termina de llegar debido al gasto de los consumidores. En tanto, ese gasto está impulsado por las tarjetas de crédito, lo que podría llevar a una situación de burbuja.
Los ciudadanos se percatan de este panorama y por ello ven las tarjetas como una especie de demonio ofreciendo pactos a cambio de sus almas.
El dilema de abandonar o no los plásticos
Para algunos expertos citados por CNCB, la solución no está en abandonar las tarjetas de crédito. De hecho, no se trata de algo sencillo, puesto que millones de personas están realizando gastos no discrecionales.
Cathy Curtis, del consejo de asesores de CNBC, cree que las personas no se deben deshacer de las tarjetas. En el peor de los casos, afirma, debe tener al menos una. «Diría que dos tarjetas es lo óptimo… y tres sería el máximo para mantener las finanzas simples», comenta.
La experta considera que mantener estas tarjetas puede traducirse en beneficios de estabilidad financiera. Todo depende de la madurez y el nivel de planificación de los consumidores a la hora de utilizarlas. Mantenerse activo con las tarjetas es una buena manera de presentarse como un usuario solvente ante las instituciones financieras.
Con esto último, las personas pueden optar a préstamos mayores como una hipoteca o crédito para autos, expresa la Federación Estadounidense de Consumidores. Por otra parte, tener un crédito fuerte ayuda a las personas a calificar para préstamos con intereses más bajos.
En el trasfondo, se puede notar que utilizar tarjetas de crédito es algo que requiere planificación y visión a futuro. Según la Fed, el 82% de los estadounidenses adultos tenía al menos una en 2022.